lunes, 28 de abril de 2014

El espejo II


Ahora sé
que te apuré
en cada noche de duelo.
Que desandé mi camino
para cerrar heridas,
porque tu sonrisa obró el milagro
de convertir mi sangre en vino.


Ahora sé
que formaste con mi nombre
las letras de tu olvido.
Que tan solo fui el paisaje de arena
que arrasaron las olas
en tu última tormenta.
Que mi piel
nunca fue mapa en tus labios,
sólo lugar de destierro.

Ahora sé que no habrá un despertar,
porque nunca hubo un sueño.







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