Tu aliento como abrigo

Amparada en la vulnerable desnudez
de no sentir tu aliento como abrigo.
Vestida con tus manos
de ese amarme intranquilo...
De ese no tener más vida
que tu deshacer mis paredes,
con solo rozar mi ombligo.
Acelerando el caminar de mis latidos.

Mi piel como lienzo

Mi piel como lienzo

Seré lluvia.

Seré lluvia,
me vestiré de cuero,
me cubriré de seda,
ataré el deseo de amarte
con frío acero a tus muñecas.
Moveré el mundo,
acariciaré tus sueños
y derretiré tu tiempo
entre mis dedos.
Tu cuerpo
dejará de ser carne,
mi boca
verá la luz
en lugares que habitan sombras.
Sangre que hierve,
luna creciente.
Detrás de ti,
mi pasión,
ante ti,
mirada ardiente.

Cuando necesitemos desconocernos

Mis labios te acogen,
ansiosos y egoístas,
mientras mi boca,
libre de las ataduras de tu lengua,
perfila el final de un silencio.
Casi tocar con mis manos
la urgente inmensidad de tu cuerpo,
casi sentirte desbordando todos mis rincones
hasta llenarlos de escarcha,
casi dejar las palabras
para cuando necesitemos desconocernos.

En la comisura de mis labios

Cómo no amarte
si eres deseo que turba,
un arrastrarme hacia ti
contra mi voluntad,
el riesgo del ahora o nunca.

Cómo no rozar,
en ese despertar sin haber dormido,
el descansar sereno de tu pecho,
para acelerar con mis labios tus latidos.

Cómo no gozar,
mientras tiemblas en mis manos,
y te moldeo, carne hecha agua
en el acogedor paisaje
de la comisura de mis labios.

Te dije

Te dije que te llevaría al cielo.
Que mis labios arrancarían,
como las olas cuando se estrellan,
las arenas que hicieron de tu piel
una tierra áspera y desierta.

Te dije que te haría volar,
sentir el vértigo de caminar
sobre una cornisa.
Que nunca te despertaría con un beso,
pero que mis labios se desharían
en bañados en líquida sonrisa.

Te dije que marcarían las horas,
el suave balanceo de mis caderas.
Que, al embriagarte de mi pecho,
dejarías de ser lo que eras.

Te dije tanto y olvidé decirte
que cuando me des el primer beso,
habrás vendido tu alma
tras arder en el mar abierto de mi pecho.

En cada uno de tus instantes

Escribe mi nombre
en tus paginas en blanco.
Guarda mi recuerdo
en tus rincones vacíos,
donde un temblor repentino
te regale mi sonrisa...
Se hayan borrado tus recuerdos,
y sólo te acaricie el frío.

Me encontrarás
derramada en cada uno
de tus instantes,
desnudo mi corazón de lluvia.
Deshecha en nostalgia y verbo,
el amar distante
como único equipaje.

Bañada en tiempos deshechos

Bañada en ti.
En el discurrir
suave de tu lengua.
Empapada en esos labios
que me embriagan
con su roce,
que abren noches,
cierran dudas.

Bañada en el cálido sentir
de ese cabalgar desnuda
sobre tus caderas,
acabar en la comisura de tu boca
con todas las esperas.

Bañada en tiempos deshechos,
en ese dejarme ir,
en tu soñar dormido
sobre el volcán de mi pecho.

Deseos que encharcan

Deseos que encharcan.

 

Me gusta ver amanecer.

Me gusta ver amanecer
con tu cuerpo
como único paisaje.
Como ese cielo carnal
al que me elevo
en cada uno de mis viajes.
Me gusta
dejar atrás la noche
con mi boca cansada,
después de tenerla en tu cuerpo,
sin pronunciar ni una palabra.

Carne contra carne

Carne contra carne,
lucha de deseos,
de distancias,
de ese placer de encontrarte.
De esparcirme en tus paisajes,
de deshacer con mis labios
todos tus equipajes.

Carne contra carne,
abandonar el mundo
para ahogarme entre tus muslos,
tomar aire de tus labios
y volver a respirarte en cada viaje.

Bañada en tu recuerdo

Bañada en tu recuerdo
imagino que me acarician tus manos,
creo ver tu cuerpo en cada verso,
y olvido aquello que no me lleve
al crecer de tu boca y sus intentos.

Rememoro silencios,
capturo momentos,
y retengo en mi piel
las huellas de tu paso,
derretidas en el tiempo.

Recreo sensaciones ya olvidadas,
cobijando mi despertar en mis entrañas.
Mientras mueren lo que fueron tus deseos,
en el descansar de mi cuerpo desbordado.

Pisar tu suelo sagrado

Ayer
habría soñado
con ser tu última conquista,
con pisar
tu suelo sagrado,
con brindar una noche juntos,
con ser tu carnal pecado.
Hoy
se que ya no hay mañana,
que mi cuerpo
vuelve a ser mío,
que el placer
que recorre mi boca
es el humo de un cigarro.