Hasta que decidas regresar

Hasta que decidas regresar,
el mundo resbalará perezoso
por el mapa roto de mi espalda.
Me sumergiré en aguas estancadas,
aboliré la esclavitud de vivir
atada al frío cabezal de tu cama.
No recorreré más camino
que el dolor escondido en mis recodos.
Mi piel morirá sin las cadenas rotas de tu ausencia,
y no amaré acariciando otro despertar
hasta que decidas regresar.

Necesito sentir

Necesito sentir
que formas parte de mi,
que sientes extraña la piel que no me pertenece,
que son tuyas las caricias
que me hacen temblar cuando amanece.
Necesito que me ofrezcas
un pedazo de tu vida,
ese espejo que dibuja con tus labios
un mundo más allá que mis paredes.
Necesito que tus manos cobren vida
enredándose en mi pelo,
y que tus dedos sean la magia
con la que se abran mis cielos.

Mis labios te acogen

Mis labios te acogen,
ansiosos y egoístas,
mientras mi boca,
libre de las ataduras de tu lengua,
perfila el final de un silencio.
Casi tocar con mis manos
la urgente inmensidad de tu cuerpo.
Casi sentirte desbordando todos mis rincones,
hasta llenarlos de escarcha.
Casi dejar las palabras
para cuando necesitemos desconocernos.

Sobre el mapa de tu piel

Sobre el atlas de tu piel
reinventaré fronteras con mi lengua.
Mi boca sobre la tuya,
mi vientre acortando distancias
para detenerme en tu pecho,
hasta hoy tierra de nadie.
Bajo la tierra firme de tu espalda,
me abandono al vértigo de sentirte mío,
de morir por un instante,
en tus brazos como desafío.

Derribo tus murallas

Derribo tus murallas,
borro fronteras,
desdibujo tu cuerpo,
y convierto tu invierno en primavera.
Abrazo tu carne y, tras mis besos,
serás un hombre nuevo.
Imprimiré mis huellas,
despertaré al guerrero,
morirás en mis brazos,
y llenarás con tu fuego
cada rincón de mi piel.
Despertarás, por fin,
sin haber soñado,
en el calor de mi pecho.

Frente al espejo

Frente al espejo
las mismas noches,
los mismos lugares,
los mismos rincones
que ahora llenan los reproches.
Frente tu olvido,
mis manos sustituyen tu cuerpo,
encierran tus caricias,
me regresan a los amaneceres
en los que rompimos silencios,
templamos labios y arrasamos nuestras carnes
tras ahogar en gemidos nuestros miedos.

Sólo quiero llegar a tí

Sólo quiero llegar a tí,
alcanzarte como cielo
tras enredarme en tus piernas.
Sólo quiero conocerme
a través del recorrido lento,
sinuoso y deseado
que dibuja el horizonte carnal de mi locura...
y reflejarme en el liquido espejo
que libera el final de tu cintura.

Aquí me tienes

Aquí me tienes:
desnuda de tiempo y culpa,
vestida de sueños,
envolviendo cada una de mis curvas
en la lava ardiente de tus besos.
Aquí me tienes:
con la urgencia de amarte
en cada poro de mi piel,
y mi pecho desbocado de deseo,
con mis manos
acariciando el aire
al no poder besar tu cuerpo.

Sin principio ni final

Sin principio ni final.
En tu memoria,
el caramelo de mi cuerpo
que ayer se deshizo
en el húmedo otoño de tu boca,
hoy languidece
bajo el triste envoltorio de tu olvido.

Entrego mi desnudez

Entrego mi desnudez
al renacer de tu sonrisa,
a esa forma de amar sin prisas,
a conocer que no hay más vida
que sentir tu boca cerrando mis heridas.

Tras las sombras que dibujan mi cuerpo
aguarda la luz de nuestras horas cuerpo a cuerpo,
dejando morir en el olvido,
el espacio que separa tus labios de mi ombligo.

 

Desde las infinitas curvas de mi cuerpo

Desde las infinitas curvas de mi cuerpo
hasta los pedazos que de ti albergo.
Sin camino, sin paisajes, sin apenas despertares,
cerrando los ojos para que no seas recuerdo.
Respirando vida
desechando abandonos,
rehaciendo de nuevo mis instantes
a la medida de tu boca y sus contornos,
bebiendo sin saciarte,
recobrando el tiempo en que no me acariciaste.

Mojado mi cuerpo

Mojado mi cuerpo
por la intensidad de aquel tiempo
en que fuimos puerto.

Hundiendo mis pies en la arena
que besa con fuerza mis pliegues,
que derriba mis muros
como ayer, cuando fueron tuyos.

Ahogandome en el mar,
sintiendo el besar de las olas,
recordando aquella que fui
cuando me silenciaba tu boca.

Acortando la distancia

Acortando la distancia
que me acerca hasta tus besos,
que me lleva, paso a paso,
al principio y fin de mis deseos.

Alcanzando altura,
deshaciendo con tus dedos  las costuras de mis medias,
dibujando con tu lengua en mi cintura,
la armonía entre el hambre y los instintos.

Arrastrando  tu carne
más allá de mis  arenas movedizas,
esperando impaciente tu llegada
en las sinuosas curvas de mis piernas.

Tengo pensado morir aquí

Tengo pensado morir aquí,
en cada uno de los lazos
que atan tu corpiño,
y en la tentadora plata que te envuelve.

Tengo pensado derramar mi agonía
en el suave camino de tu espalda,
renacer para acariciar con mi boca
ese mundo que se esconde entre tus pliegues,
dónde confluye tu caudal y mi saliva.

Tengo pensado rodear
con mi cuerpo esa superficie incierta
que forman tu piel y mis sentidos,
para vivir ese instante
en que la sensual calma se transforma en furia,
en que no se puedan separar,
tus besos de los míos.

Perdido en ti

Perdido en ti,
en el campo abierto de tu cintura.
Dejándome conducir,
a toda velocidad, entre tus curvas.

Extraviado en la plenitud de tus caderas,
buscando mi norte en tu oscuridad,
llegando a ser en ti,
olvidando todo lo que era.

Abriendo nuevos mundos en tus labios,
recitando, al oído de tu piel,
pálida y temblorosa,
todos los versos no escritos
nunca con la humedad de mi boca.

Marco fronteras

Marco fronteras,
escribo tu piel con el roce de mis manos,
y encierro el mundo que me alimenta
entre las yemas de mis dedos
y la palma de mis manos.

Me reconozco en ti,
en los pasos que no dimos,
en esa oscuridad que me ciega,
en ese tiempo perdido
cuando no estás a mi lado.

Vibro al sentir el peso de tu cuerpo
deshaciendo mis costuras,
eligiendo los rincones
en los que mi desesperación
se confunde con la tuya.

Te acompaño en este placer compartido,
en ese formar olas en mi cintura,
en mi oculto deseo
de cubrir tu piel con mi pintura.

El mundo a mis pies

El mundo a mis pies,
entregada a ti en cuerpo y alma.
Desnuda de toda vida,
llenos mis pliegues de tu madrugada.
Limpia de todo ayer
que no albergue mi piel en tu mirada.

El universo, ajeno al placer
que imagino en forma de palabras,
de frases escritas
sobre las curvas de tu espalda,
y de puntos que mueven tus caderas
al turbio compás de  mi calma.

Libre del aire que no me trae tu aroma,
entregada con todos mis sentidos
al temblor de una taza que quema mis manos,
como ayer ardió mi cuerpo entre tus brazos.

Moveré tu mundo con mi dedo

Moveré tu mundo con mi dedo.
Llenaré de sentido todos los instantes
que nos llevan al momento
en que gira el universo,
en que todo se convierte
en colores, gustos, sensaciones
que alejan tierras, acercan cielos,
y, en una sinfonía de jadeos,
unen cuerpos.

Entre mis manos

Entre mis manos,
reteniendo trozos de tu corazón desbocado
entre las rejas de mis dedos.
Entre nuestros cuerpos,
sin espacio para nada que no gire
alrededor de mi aliento
y mis ausencias como cicatrices.
Entre nuestros deseos como único dueño,
despertando entre suspiros
para convertirme en tu sueño.

Bañada en tu recuerdo

Bañada en tu recuerdo,
imaginando que me acarician tus manos,
creyendo ver tu cuerpo en cada verso,
y olvidando aquello que no me lleve
al crecer de tu boca y sus intentos.

Rememorando silencios,
capturando momentos,
reteniendo en mi piel
las huellas de tu paso,
derretidas en el tiempo.

Recreando sensaciones ya olvidadas,
cobijando mi ayer contigo en mis entrañas,
deseado morir tus deseos,
en mi cuerpo desbordado.

Pegado a tu piel

Pegado a tu piel,
cubriendo el infinito camino
que me lleva hasta tu playa
 y en el que moriré,
sin remedio,
ahogado en la calidez de tu ensenada.

Incrustado en la arena
que cubre tu orilla
para vivir ese instante,
y sentir el momento
en que tus dedos
me dejan morir,
dentro de tu cuerpo.

Me someto a mis miedos

Me someto a mis miedos,
arrastrando el deseo
por las aristas de mi lecho.
Recojo los restos de mí en tu mirada
para darme otro nombre,
olvidar otras vidas,
y volver a nacer,
enredada en la almohada.

Me someto a un sueño que me abraza
a ese milagro hecho carne,
a esa locura que me invade,
a tu aliento,
que me quema sobre mi espalda
cuando cae la tarde.

Te someto a esa fiebre que delira,
que atraviesa mi cuerpo sin hacer más heridas
que tu abandono cuando llega el día.

De la oración al disparo

De la oración al disparo.
Con enlazar los dedos de mis manos.
Del gemido al silencio.
De abrir puertas y ventanas,
a cerrarte mi cuerpo.
De la seguridad al abismo.
De mi cuerpo domado,
a otros cuerpos hechos mios.
De la verdad a la mentira.
De tu veneno en mis entrañas,

a mis besos en otras bocas como herida.
Del amor al olvido.
De la luz de tu mirada,
a mi carne en el cielo de otras camas.
De todo a nada.
De las olas que no me cubrieron,
a ese no morir en la orilla de tu playa.
De la plenitud al vacío.
De los silencios rotos en mi pecho,
al doloroso exilio de tu lecho.
De mi memoria al olvido.
Del aroma de tu piel en mi boca,
a mi expulsión del paraíso.

De espaldas al mundo

De espaldas al mundo,
conjurando mis miedos
tras saber que nada es una isla,
que nunca serán tus manos las que me vistan.

Hundida en los restos del paraíso
que ayer limitaron nuestros cuerpos,
lucho por matar el recuerdo de tu boca
con el deseo como permiso,

abriéndose paso entre mis piernas,
apartando carne, deshaciendo olvidos.

Me desespero por arrancar de mi memoria
tus labios envolviendo mis pechos,
todas las horas inciertas,
el momento en que creciste en  mi noche
hasta convertirte en inmenso.

Me envuelvo en la locura
de esta habitación que es desierto,
en este cuerpo que agoniza
ajeno a todo, fuera de sí,
y de los limites húmedos de un sueño.