jueves, 27 de febrero de 2014

No hay playa más desierta.

Entro en el despertar furioso
de mi cuerpo enamorado,
caudal vertido en la ciénaga del olvido,
en el mar abierto del deseo desbordado.
No hay más dolor que mis deseos dormidos,
ni más miedo que encontrar nuestro ayer
en cada una de mis pasos.
No hay playa más desierta
que mis sábanas,
tu olor y este morir sin haberte amado,
ni tormenta más perfecta
que mis manos siguiendo tu rastro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario