lunes, 2 de diciembre de 2013

Dejar de ser eterna


Dejar de ser eterna.
Tocar con mis manos
la manzana que morderá tu boca.
Amanecer pegada a tu despertar,
con tu calor como única ropa.
Ser un oasis
para tus travesías por el desierto,
leer en tus ojos
el poemario de mi deseo como único acierto.
Volver en cada sorbo,
hecha liquido espeso que acaricia tus labios.
Enredarme en los papeles que pierdes,
amarte sin descanso, de lunes a viernes.
De nuevo, rezar de rodillas,
sin fe y sin evangelios,
mis dedos sobre tus costuras,
dejando con tiento
un pedazo de alma en cada suspiro.
Convertir lo sublime en un instante,
dejarte morir en mi pecho sin documentos,
y arder en la hoguera de tus miedos
al saber que vives en mis labios sin nombrarte.
Caminar en ti con los pies descalzos,
cerrar tus heridas con cada uno de mis pasos
y volver al columpio de mi infancia,
cada vez que descanse en tus brazos.

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