miércoles, 30 de octubre de 2013

Bendigo


Bendigo
el manantial que apaga la sed de mis labios,
manjar que nunca me sacia,
pecado mortal
en noches que nunca se acaban.

Bendigo plegarias
que no van más allá de susurros,
tu lengua abriendo mis labios,
amando sin tregua mis rincones oscuros.

Bendigo la lluvia de fuego
que me arrastra sin descanso,
el color de la luna en mi pecho de plata,
el latir, tras morir, de tu piel, húmedo remanso.


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