Recordar a
los que no fueron.
A los que
aún yéndose, permanecen.
A los que
acogen,
por encima
de cualquier credo.
A los que
cambiaron de cama,
de trinchera,
y hasta de alma.
Recordar, con
el corazón en silencio.
Abrir el
libro de los años y leer,
en cada
página en blanco,
eternidades
que se escurrieron
como arena
entre los dedos.
Abrir
ventanas, que me desnude la brisa
y, sin
pensarlo, alzar el vuelo.
Volver a
caminar.
Tu mirada
como horizonte,
la piel
remendada y la lluvia borrando el rastro
dejado por
otras manos.
Deshacerme
en cada rincón de un verso posible,
empapada de
gotas que queman,
de caricias
que unen pedazos…
Envolverme
en el lienzo de tu lecho
y pintar, con
el sensual trazo de mi boca,
las rimas de
los años perdidos…
Recomponer, beso
a beso, tus noches rotas.
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