Vértigo
al imaginarme
besando tu cuello.
Al verme reflejado
en las gotas de sudor
que resbalan por tu pecho.
Vértigo al sentir
que caigo poco a poco
desde el universo de tu ombligo,
al probar esa mezcla ardiente
de tu lluvia y mi aguacero,
al morir
en la noche que se esconde
más allá de tu liguero.
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