De este paisaje
que es mi cuerpo
que es mi cuerpo
sobre una hoja en blanco,
no quedan más que tus caricias
en forma de palabras.
En mi pecho se dibujan
tus dedos quemando mi piel,
reventando de pasión
mis débiles costuras.
En mi cuello reposan
restos de tu aliento que me dan vida,
me cubren de bruma,
me mojan.
Mis caderas ceden, prodigiosas,
al empuje de tus vientos
y se marca en mis labios,
el lento paso de tu boca.
En el hueco de mis piernas
dónde duerme mi lujuria
esperando tu regreso,
me hablan a tientas
las sombras de tu deseo,
mientras me entrego a ti
para sobrevivir a mi locura.
no quedan más que tus caricias
en forma de palabras.
En mi pecho se dibujan
tus dedos quemando mi piel,
reventando de pasión
mis débiles costuras.
En mi cuello reposan
restos de tu aliento que me dan vida,
me cubren de bruma,
me mojan.
Mis caderas ceden, prodigiosas,
al empuje de tus vientos
y se marca en mis labios,
el lento paso de tu boca.
En el hueco de mis piernas
dónde duerme mi lujuria
esperando tu regreso,
me hablan a tientas
las sombras de tu deseo,
mientras me entrego a ti
para sobrevivir a mi locura.
Felicidades!! De verdad lo encuentro sublime. lleno de preciosas metáforas....mi enhorabuena.
ResponderEliminarPequeñas metáforas que envuelven una realidad vertiginosa. Gracias por tus palabras.
EliminarRealmente precioso... No encuentro, ahora mismo, mejor paisaje que los cuerpos entregándose el uno al otro.
ResponderEliminarGenial, una vez más.
Besos!
El paisaje de dos cuerpos entregándose el uno al otro, aparte de sugerente, es el mejor que se puede imaginar.
ResponderEliminarGracias por tu sensibilidad.
Besos.