miércoles, 1 de enero de 2014

Llegó el momento


Llegó el momento
de desvestir recuerdos,
de dibujar con los dedos
las sonrisas heridas...
De mirar atrás y rendir ilusiones,
igual que se entregan las armas.




Llegó el momento
de abandonar el campo de batalla,
dejar atrás la guerra de tu vida
y volver a pelear,
aunque no cantemos victorias
y lloremos causas perdidas.





Llegó el momento de quemar cartas,
de olvidar viejas promesas,
de partir de cero
con el alma renovada,
y de nuevo hacernos a la mar
en nuestra barca de madera.


Llegó el momento
de dejar de soñar,
porque el riesgo no es
encontrar una pesadilla,
es acomodar nuestra alma
a la más sencilla cobardía.


Llegó el momento
de quemar lo que no fue,
en una hoguera.
Observar el fuego
y que el alma nos diga,
mientras todo arde,
que para empezar,
nunca es demasiado tarde.

Llegó el momento
de dejar las pieles dormidas,
que las manos que amamos
sean el tiempo que nos mida.
Que el embriagador mecer de unas caderas
sea una diaria y bendita  borrachera.



Llegó el momento de mirarnos los tres a los ojos:
tú, yo, y el miedo.
De apostar todo en las última jugada,
de saber que el corazón,
que nunca tiene las cartas marcadas,
siempre apuesta todo o nada.

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