En ese frágil mundo
que separa la luz de la niebla,
soñé que tus manos,
cálido terciopelo,
acariciaban mis piernas.
Y ya no hubo más noche
que la brisa impúdica de tu aliento,
en todos mis rincones.
que separa la luz de la niebla,
soñé que tus manos,
cálido terciopelo,
acariciaban mis piernas.
Y ya no hubo más noche
que la brisa impúdica de tu aliento,
en todos mis rincones.
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