Me vierto en palabras,
en suaves caricias,
en esos momentos
que nunca vivimos.
Convierto en vergel mi desierto,
me transformo en carne,
me invento,
me acerco a ese escenario
que es mi deseo al acecho,
y me derramo en el preciso momento
en que mis manos,
ajenas y sin freno,
dejan de pertenecerme
para ser tu recuerdo.
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