Sus labios acarician los
bordes con suavidad. Intenta no arder en la voluntad de sentir el placer en
estado puro, esa explosión interior que le inunda de calma al percibir el
primer golpe de sabor en su boca. Denso, caliente y absolutamente carnal. Tanto
tiempo sin degustar esa sensación y esa
textura que, hoy como nunca, despierta todos sus sentidos. Desea gozar
plenamente, no dejar nada para una próxima vez.
Retener en su boca, por unos instantes, ese líquido que le da la vida,
convirtiéndolo en sublime al mezclarlo con su saliva.
Introduce los dedos
empezando por los extremos hasta llegar al fondo, y arrastra cualquier resto
sin dar nada por perdido. En un último intento por alcanzar el éxtasis, los
introduce en su boca y los dibuja a través de su lengua, hasta dejarlos limpios
de cualquier resquicio. Desea que todo rastro ajeno a él, no sea más que un
recuerdo. Con discreción, retira una gota que cae por la comisura de sus labios
con la punta de la lengua. Lo saborea por última vez. No sabe cuándo, vencido
por la tentación, volverá a sucumbir a esa seducción que le abstrae de todo lo
que le rodea y le hace sentir libre.
Se levanta lentamente y
se ajusta el pantalón. Respirando una culpa que lo reafirma en su rebeldía,
sale discretamente del local y sonríe mientras camina de regreso a casa. Hoy no
cenará, para que la inmensa taza de chocolate que acaba de disfrutar no arruine
la analítica prevista para la mañana siguiente.
un poco disgustante,para mi como mujer,ver las alabanzas, sobre el cuerpo, y sus erotizaciones, cuestión que no es de mi absoluto comprender, pero bien lo respeto,cada cual sabe lo que dice,por que lo dice
ResponderEliminarun saludo cordial
lidia-la escriba
www.nuncajamashablamos.blogspot.com