Él fue mi alma,
mi desatino,
mi desaliento.
Se convirtió
en mi norte,
mi paraíso
mi consejero.
Alejó de mi alma vendavales,
pesadillas,
desconciertos.
Me convirtió
en su diosa,
su cortesana,
su cenicienta.
Fue la revolución
que hizo de mí,
deseo hecho carne,
corazón sin miedo,
amor envuelto en sexo.
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